He salido a caminar justo cuando estaba amaneciendo,
ha sido , el de hoy, un despertar del alba tranquilo y armonioso, con un cielo limpio, con un estar sereno, acompañado por el trino de los pajarillos que habitan en los frondosos árboles del otro lado de mi calle, que me han contagiado de su alegre vitalidad.
Esto acompañado de la muy agradable compañía de mi amiga, ha conseguido que mi paseo de esta mañana haya merecido la pena.
Como me decía mi Fernando, afortunadamente ya tengo la edad suficiente como para poder disfrutar de estas (no quiero decir pequeñas, no me lo parecen) cosas con la calma que dá el no tener prisa. Ahora ya no tengo apenas obligaciones ni horarios, gozo de tranquilidad y serenidad suficiente como para, en mis paseos, poder pararme cinco minutos, o los que quiera, a escuchar cantar a los pajarillos, a mirar un jardín, como trajina un conejillo… o cuando camino hacia la ciudad ver a tantos jovencitos encaminarse hacia sus institutos, todos cargados con sus mochilas repletas de libros, quehaceres y, estoy segura, de ilusiones y sueños de futuro, cada uno con sus peculiaridades y todos maravillosos.
También me gusta mucho ver el bullicio de las mañanas, cuando salen los mas pequeños acompañados de las madres, (la mayoría cargadas con las mochilas, cosa que no me gusta, pero ese es otro tema)